26 de noviembre de 2010. Año de Nuestro Señor.
Quinto dìa de navegación.
La mañana nos sorprendiò con el exitante ruido de la chicharra en la caña de pescar. Ricardo apenas tardó unos segundos en coger la caña, en un principio soltó unos metros de nylon, luego volvía a recuperar y nuevamente dejaba que la pieza se alejase del barco hasta que tras una ancestral lucha hombre versus pez y supo traer hasta la popa del winner un magnifico dorado que resplandecìa a la luz de los primeros rayos de sol; hoy comerìamos pescado fresco.
Debe ser la cercanìa del banco Canario-Sahariano, de otra forma no nos explicamos la variedad de animales de la que estamos disfrutando; todavía no nos habiamos recuperado de la expectación de la pesca del dorado cuando pudimos ver tres ballenas a estribor del winner, una de ellas se acercó tanto que pudimnos ver que tenìa casi la longitud del barco, es algo que sobrecoge, es el ser vivo màs grande que jamàs hayamos visto. Unas horas mas tarde la inquietante aleta de un tiburòn martillo se dejó ver a otra vez a nuestra banda de estribor, las ganas de darnos un baño colgados de la escalera de popa se desvanecieron de inmediato, mejor nos bañarìamos con el agua recogida en el cubo.
El viento esta mañana ha sido generoso y nos ha permitido disfrutar de las habilidades como regatista de Nino Valle, pues nada màs ver un barco, a unas dos millas delante de nuestro rumbo, su instinto de deportista competitivo nos puso a todos a trabajar en el trimado optimo del asimètrico y la mayor a fin de cazar a la embarcación que nos precedía, lo cual se estaba consiguiendo relativamente fàcil hasta que la citada embarcaciòn pareciò percibir nuestro desafío, pues cuando estabamos a su altura comenzó a maniobrar y trimar de tal manera las velas que sòlo el buen hacer de nuestro regatista hizo posible que tras màs de tres horas pudièsemos superarlo, fue una mañana completa.
Cuando ya el sol de mediodìa nos estaba dejando aletargados, nuestro cocinero Ricardo Viera, quien se ha ganado el sobrenombre de Ricardo Berazategui, nos ha regalado un plato exquisito de dorado al horno con papas panaderas y cebolla gratinada, todo ello regado con un rioja del 2004, no se le puede pedir más a la vida, a la cual le damos gracias por estos momentos irrepetibles de naturaleza y camaraderìa.
Nicolàs Diàz